Cuando ví esta cerveza pensé «Uy, esta es la típica propuesta oportunista que aprovecha el tirón de «lo artesanal» para colarnos una cerveza normalita». Sin embargo, la curiosidad me pudo y terminé comprando una botella (en Más Que Cervezas) para probarla. Desgraciadamente, mi impresión inicial era acertada y francamente me parece una cerveza prescindible.
Lo que me llamó la atención, además del curioso nombre y la bonita etiqueta, es que proclama que está elaborada con agua de mar. Ese fue el anzuelo en el que piqué, mira tú qué tontería.
Antes de probarla me pregunté qué es lo que el agua de mar podía aportar a una birra para que mereciera la pena y no sea una simple excentricidad con fines de márketing (que al final parece que es lo que es). En busca de respuestas fui a la web de esta birra y la verdad es que no encontré ninguna -lo cual, sinceramente, esperaba- y sí mucha palabrería marketiniana sin sentido, de la que da mal nombre al movimiento artesanáfilo.
Como muestra, no os perdais la frase con la que glosan las bondades del brebaje:
«Er Boquerón se caracteriza por ser una cerveza artesanal, con ingredientes naturales y siguiendo para su elaboración la Ley de Pureza Alemana de 1506. Esta ley consiste en que para poder elaborar una cerveza sólo se deben emplear agua, maltas, lúpulo y levadura. Sin ningún tipo de filtrado, gasificado añadido ni pasteurización.»
A ver, si vas a clavar un rollete comercialón para vender la moto de que tu cerveza es supernatural, supermineralizante y supervitaminante, por lo menos documéntate un poquito. La ley esa es de 1516, majos, no 1506. Y en ningún momento habla de filtrado, gasificado ni pasteurizado, entre otros motivos porque en el siglo XVI esas cosas no existían (en realidad tampoco se conocían las levaduras, y por tanto no se mencionan en el texto original, pero ese error es más aceptable).
En ningún sitio de la web se explica qué aporta el agua de mar o por qué tiene sentido hacer cerveza con ella. Se limitan a decir que el agua es «muy pura», obtenida de «una de las zonas más limpias y con mejor flora del mediterráneo», y en otro sitio dice que es «agua pura incolora e inodora» (que entonces ya no es agua de mar, digo yo), y que es «inocua y perfectamente segura para el consumo humano» (hombre, faltaría más!!).
Así que uno tiene que asumir que lo del agua de mar es una frivolité para que pringaos como yo caigan en la trampa y la compren.
En cuanto a la cerveza en sí, tampoco es que sea mala, como pone en la etiqueta es «suave y fácil de beber», ligerita de cuerpo, con 4,8% de alcohol. Es un poco ni fú ni fá, no puedes decir que no te guste pero tampoco te satisface. Tiene un color dorado bonito, un poco turbia, hace muy poca espuma, y lo más interesante quizás es el aroma, muy mineral, huele un poco a yodo y recuerda efectivamente al mar, lo cual es original a la par que extraño en una cerveza. El sabor, poco. Casi no se nota el lúpulo, la malta flojita (y eso que según la etiqueta lleva cuatro), y no dura nada en boca. Es de fermentación alta, estilo Blond Ale.
La producen en Xátiva los mismos que La Socarrada (que esa sí me parece una cerveza interesante), en colaboración con Mediterránea Agua de Mar, que son los que aportan este ingrediente.
En resumen, es una cerveza que está bien para tomar bien fría en veranito al sol con unas aceitunas y tal. Claro, que a casi 3 euracos por botella de tercio, para eso me pido una Mahou. Le doy un 5 pelao.