Finalmente conseguí cuadrar el círculo sorteando varios compromisos personales y laborales, y asistir el pasado fin de semana a la tercera edición del Barcelona Beer Festival, que ya tenía ganas tras haberme perdido las dos ediciones anteriores. Lo malo es que solo pude ir el viernes, suficiente para conocer y disfrutar el festival aunque me quedé con ganas de más.
Mi impresión general fue muy buena. Creo que estuvo bien organizado, con una excelente selección de cervezas, un local céntrico, bonito y agradable, y muy buen ambiente. Claro que yo estuve en unas horas (viernes de 1 a 7) que seguramente serían de las menos concurridas; probablemente alguien que fuera el sábado por la tarde o el domingo a mediodía se habrá llevado una impresión muy diferente. Cuando me fui el viernes un poco antes de las 7 ya se iban estrechando los espacios, había cola para comprar fichas y encontrar asiento era complicado. Supongo que luego habrá sido mucho peor.
Aspecto general a mediodía del viernes
Posiblemente algunos comentarán que el precio de la entrada -7 euros- era caro. Yo lo veo adecuado teniendo en cuenta la afluencia masiva, que era válida para los tres días y que incluía 2 fichas (equivalentes a 2 euros), más vaso y guía (muy bien hecha, por cierto). En un evento de estas características estoy de acuerdo en no dejar entrada libre al que vaya solo a mirar, que ya suficientemente llenito estaba el patio.
Quizá lo que menos me gustó es que en el fondo no había tantas cervezas. Me explico: en la guía del festival vienen 318… y hay 54 grifos para servirlas. Eso quiere decir que en todo momento no hay más que un 17% pinchadas, y un 83% no. Esto es frustrante, porque uno va con la idea de probar estas o aquellas, y luego se encuentra con que la mayoría no están disponibles. Por supuesto, si te puedes permitir el lujo de ir los tres días, es cuestión de paciencia (y algo de suerte), pero si sólo puedes ir una tarde es como una lotería y te tienes que apañar con lo que haya en ese momento. Si bien nunca he calculado el dato en otras ferias/festivales a las que he ido, mi impresión es que el ratio suele ser muy superior y están pinchadas más de la mitad de las que hay en cartel. Creo que esto debería mejorarse en el BBF.
Teniendo en cuenta que el BierCab tiene 30 grifos más algunas decenas de botellas, da la impresión de que 54 son pocas para un festival que atrae a tanta gente, no parece gran cosa que un evento que ocurre una vez al año tenga una dimensión similar a la oferta de un establecimiento permanente en la misma ciudad.
Para ayudar a la gente a saber qué cervezas estaban en los grifos en cada momento había un gran panel tipo bolsa de valores que indicaba el número de grifo, la birra que en él se servía y el número de esta en la guía del festival. Simple y eficiente. Además, cada vez que se pinchaba un barril nuevo se tocaba una campana, lo cual no solo daba ambiente (salvas de aplausos cada vez que sonaba la campanita), sino que alertaba al personal de los cambios. Me gustó el sistema. Los carteles sobre cada grifo mostrando el nombre, número en la guía y datos (estilo, IBUs, % abv) terminaban de facilitar la tarea.
Marcador simultáneo
Aun así era complicado planificarse qué probar ya que en cualquier momento podía retirarse alguna de las que le interesaban a uno. Yo opté por ir a saco y en cuanto veía una a la que tenía ganas, a por ella.
Debo decir que no tuve demasiada suerte -y seguramente, no acerté en mis elecciones- y no probé ningún birrote antológico. Lo que más me gustó fue poder disponer de la serie completa de las Amager Sinner Series (por cierto la «Wrath» estaba escrita «Warth»…), de las que me encantaron la Sloth y la Envy -la Gluttony para mí es la mejor, pero no la bebí en el BBF. También me pareció muy lograda la Hops & Hopes, hecha por los organizadores en las instalaciones de Ales Agullons, una excelente Pale Ale. Otras que me gustaron mucho fueron la Against The Grain Atilla the Hen y la Buxton Axe Edge. Encontré un tanto decepcionantes la Imperial Russian Stout de Meantime y la Framboise de Boon. Y me quedé con las ganas de probar las Brewdog Jackhammer, Dupont Miel Biologique, De Molen Tsarina Esra y alguna de Alvinne, Keltius o Närke, que no se pincharon en las horas que estuve.
La comida bien, tal vez poco surtido. Solo tres puestos con 4-5 cosas cada uno pienso que se queda corto. Eché en falta algún puesto con viandas más típicamente cerveceras (butifarras, salchichas, hamburguesas, bocatas…), que se podían haber colocado en el exterior para evitar olores, imagino que igual esto no fue posible por alguna normativa municipal o del recinto o algo. Pero lo que había estaba rico y era original, me pareció más que correcto.
Lo que sí me extrañó que estuvieran en el exterior -y sobre todo sin techo- son los meaderos. La noche del viernes llovió, así que lo de mear bajo la lluvia tuvo que ser una experiencia peculiar para más de uno…
En cuanto a mesas y sillas, yo creo que eran escasas, pero entiendo que se intentara maximizar el aforo y colocar las mínimas imprescindibles. Por suerte mientras estuve yo allí no hubo grandes problemas para encontrar sitio salvo en la última hora, que ya se ponía difícil la cosa. No había nada en la zona de fumadores al lado de la entrada, lo que hizo que hubiera mazo peña sentada en el suelo. Yo preferí acercarme a una terracita en La Rambla y fumar sentado tranquilamente mientras me tomaba un descanso, aunque claro, ahí no era posible disfrutar de una buena birra a la vez. Anécdota: unos turistas italianos sentados en esa terraza se quejaban de tener que pagar más de 20 euros por «quattro birre di merda», les hablé del festival y acudieron raudos, tras preguntarme si me llevaba comisión…
En mi opinión, el reto que se abre ante el BBF para ediciones futuras es el de crecer. Está claro que ha sabido situarse como el evento cervecero de referencia en España y, a juzgar por la presencia extranjera, uno de los importantes de Europa. Falta ahora, creo, darle al festival la dimensión que tanta atención merece, celebrándolo en un espacio considerablemente más grande y con más barras y grifos. Esto es fácil decirlo desde el punto de vista de un consumidor bloguero cómodamente sentado ante el ordenador con el culo caliente en su sillón, soy consciente de que no es nada fácil organizar algo así y de que hay que cuadrar los números, pero por eso digo que es un gran reto, porque pienso que esa ampliación es lo que su público demanda y deberían al menos intentarlo.
En conclusión, un gran festival al que pienso hacer todo lo posible por volver el año que viene, pero que deja la sensación de que podía ser todavía más grande.
Viernes por la tarde