El Racó d’en Cesc

Tenía muchas ganas de visitar este restaurante, El Racó d’en Cesc en Carrer Diputació 201, Barcelona. Había leído cosas fantásticas tanto de su cocina como de su bodega de cervezas y de su capacidad de maridarlas con sus magníficos platos. También me lo habían recomendado mucho varios amigos, y este artículo de birraire terminó por cuasiobesionarme con ir a cenar en él. Las expectativas, no sé si lo he dejado claro, eran muy altas.

Por fin en una de mis últimas visitas a Barcelona tuve la oportunidad de ir con unos amigos y la verdad es que me dejó cierto regusto a decepción. No tanto en el aspecto gastronómico, que cenamos bien, sino sobre todo en el cervecero. Y el problema no es el surtido, que tienen muchas y muy buenas birras, sino la filosofía. Me explico: tienen una selección de botellas absolutamente impresionante, posiblemente la mejor de cualquier restaurante en España; pero, al menos esa impresión me dio, casi no las promocionan, no tienen ni carta de cervezas (es más, se jactan de no tenerla), y si uno no se pone pesado diciendo que quiere ver lo que hay tiene que atenerse a lo que le decida traer el sumiller (Edgar Rodríguez), que me pareció un tanto paternalista y me dio la sensación de que asume que ninguno de sus clientes tiene ni pajolera idea de cerveza y que su misión es decidir por ellos. Irritante, cuando menos.

Otro detalle que no me gustó es que el camarero no sabía nombrar la única cerveza que hay de barril. Vale, que Aktienbrauerei Kaufbeuren es un nombrecito largo y complicado, pero que es solo 1 cerveza, joder, tampoco es tan difícil digo yo…

Para mí lo peor es que no haya carta de birras. Cuando la pedí la respuesta fue algo así como “no, es que no creo en tener una carta de cervezas, no aporta nada”. Me quedé pasmao… pregunto entonces por qué de vinos sí que hay carta –excelente, por cierto- y la explicación fue del orden de “es que con los vinos la carta da más juego”. Pues bueno, pues vale, pues me alegro. Así nos va.

Yo ya no quise seguir el absurdo debate, más que nada por respeto al resto de comensales, y opté por levantarme e ir a la vitrina de botellas a ver qué veía. Debo decir que lo que vi era muy, muy bueno y terminé disfrutando de grandes birras, pero no deberían hacerlo tan difícil. Lo increíble es que incluso tienen una cerveza de marca propia, hecha en Fortiverd para conmemorar el 25 aniversario del restaurante, y si no es porque pregunté por ella ni nos la ofrecen. Y está bastante buena, suavecita pero muy rica, ideal para alguien que quiera iniciarse en el mundo de la cerveza artesana.

Cesc 25anys

Total, que la comida estuvo bien y al fin y al cabo me tomé cuatro cervezas muy buenas (excelente la «5», producida por Naparbier para la tienda 5Titius de Olot). A los postres, Edgar tuvo el acierto de ofrecernos la Baladin Xyauyù Barrel 2010, muy buena y que maridaba perfectamente con lo que habíamos pedido, lo cual compensó en parte la frustración anterior.

naparbier 5 titius

5 lúpulos para los 5 años de 5Titius. Magnífica cerveza y originalísima etiqueta. Enhorabuena a Naparbier

Sin embargo, me quedó la sensación de que tiran piedras contra su propio tejado, de que si no se insiste -y mucho- en saber qué cervezas hay ni se entera uno de que tienen tantas y tan buenas. Así que al final me quedé como Mourinho hace unos años, preguntándome «¿¿Por qué??», ¿de qué sirve tener una excelente selección si ni la muestras ni se lo pones fácil al cliente para elegir qué birra quiere probar?

Nos quejamos mucho de que la mayoría de restaurantes en este país no prestan a la cerveza la atención que merece y la tienen relegada a un segundo o tercer plano tras el vino y las copas, al nivel del agua y refrescos. Por eso me decepcionó profundamente ver un trato similar –al menos en algunos aspectos- en un establecimiento que en teoría es pionero en la incorporación de la cerveza al ámbito gastronómico.